Las hiperpigmentaciones en la piel son la consecuencia de la diferente distribución de la melanina, que es el pigmento que nos ayuda a protegernos de los rayos solares, y son ocasionadas por diversos factores. Refiriéndonos sólo a las benignas, pueden ser:
- Pécas o efélides
- Lunares o nevus
- Léntigos
- Melasma
- Manchas post-inflamatorias producidas en zonas donde ha habido lesiones cutáneas previas (quemaduras, acné,…)A la hora de tratarlas, las clasificaremos en dos tipos:
- Manchas superficiales: se encuentran cerca de la superficie de la piel. Este tipo de manchas se puede tratar de una forma muy efectiva, pudiendo ver resultados a corto plazo.
- Manchas profundas: pueden ser causadas por predisposición genética, exposición solar o fluctuaciones hormonales como embarazo, menopausia, anticonceptivos orales… Los resultados son a más largo plazo y los resultados no son tan óptimos como los anteriores. Para diagnosticar el tipo de mancha y su profundidad utilizamos una lámpara de luz negra o lámpara de Wood. Es importante hacer un buen diagnóstico para poder tratar la hiperpigmentación de la manera más adecuada. Entre los tratamientos disponibles tenemos:

- Láseres: la Luz pulsada y el Q-Switched son el mejor tratamiento para los léntigos.
- Peelings: son combinaciones de ácidos en diferentes concentraciones dependiendo del tipo y de la profundidad de la mancha. Con ellos somos capaces de hacer penetrar los activos despigmentantes en la piel sin agredirla demasiado, es decir, estimulan la renovación celular sin ser agresivos.
- Mesoterapia con Dermapén: consiste en la penetración de agentes despigmentantes directamente en la dermis.
- Cosmética: disponemos de multitud de cosméticos que son necesarios para complementar el tratamiento despigmentante en casa.
En todos los casos, el uso de un factor de protección solar que bloquee los rayos UVA, UVB e infrarrojos (IR) es imprescindible, tanto en verano como en invierno. Se debe reponer cada 4 horas aproximadamente ya que pierden su efecto protector con el tiempo.